En el articulo Los caminos del paradigma de la complejidad, habíamos realizado un análisis de los caminos, de forma resumida se dijo lo siguiente:
Los caminos del el paradigma de la complejidad: filosófico, científico y cosmovisivo. Donde cada uno representa los diferentes caminos para la transformación del pensamiento humano.
- Pensamiento complejo: El camino de la sabiduría (las ideas que rigen el mundo). La filosofía de la complejidad nos ensena a pensar a comprender la complejidad del mundo, a superar el pensamiento reduccionista, lineal, cognitivo (el método)
- Ciencia de la complejidad: El camino del conocimiento (las leyes que rigen el mundo). La demostración de los fenómenos complejos y su generalización. La ciencia de la complejidad nos ensena a razonar a comprender las leyes de la complejidad, busca superar las formas de comprender las leyes del conocimiento y descubrir nuevas leyes y forma de superar las ciencias vigentes (paradigma de la ciencia).
- Cosmovisión de la complejidad: El camino de la acción (las interacciones que rigen el mundo). La actuación ante los problemas cada vez más complejos y cómo enfocarnos ante cada tipo de problemas. La cosmovisión de la complejidad nos ensena a actuar a comprender las relaciones y las posibles alternativas al paradigma tecnologista y confrontar las cosmovisiones modernas, busca superar los problemas actuales desde una cosmovisión que le encuentre solución a los problemas contemporáneos y supere el pensamiento individualista y competitivo actual (se concentra en el sujeto, en su lucha por cambiarse a sí mismo y al mundo)
Las 3 de alguna forma nos enseñan a superar las formas de pensamiento actual y a construir una nueva forma de comprender, analizar y actuar en el mundo, que garantice una transformación (metamorfosisI) de la humanidad
En dicho artículo se hacia un análisis del paradigma de la complejidad partiendo de las ideas de Maldonado y y Luengo, pero me faltaron las ideas de Carlos Delgado.
En su libro “Hacia un nuevo saber”, Premio Iberamericano de Etica, Elena Gil (2005) y más recientemente en el diplomado que imparte en Multiversidad, “Pensadores del Sur”. Veamos como Delgado, trata el tema del paradigma de la complejidad.
Paradigma de la complejidad
Del ideal de simplicidad al ideal de complejidad (Delgado, al igual que Luengo y Maldonado, lo clasifica en tres caminos, con lo cual coincido)
a) La complejidad como ciencia
El desarrollo de nuevos métodos, propiciados por las técnicas de cálculo computarizado, permitió trabajar estos datos y manejarlos en modelos computacionales. La complicación del comportamiento observado condujo a la búsqueda de un término adecuado, y al no encontrarse en el arsenal lingüístico de la ciencia uno conveniente, se apeló con audacia a la noción antigua del caos o desorden. En realidad, la metáfora estaba llamada a suplir la ineficacia de los conceptos establecidos, y aunque generó cierta euforia cuasi mítica en torno al desorden como propiedad de la naturaleza, tuvo el resultado conceptual más efectivo y perspectivo de introducir la idea del determinismo caótico, una forma de determinismo absolutamente «no clásico» y desconocida para el pensamiento anterior. Entre las propiedades de los sistemas deterministas de este orden, se encuentra la manifestación de una singular dependencia de estos con respecto a las condiciones iniciales, lo que ha sido expresado metafóricamente con la denominación «efecto mariposa». Pero no solo el «caos» o tendencia al desorden, sino también el «anticaos» o tendencia al orden como resultante. Junto a esto, la manifestación de una propiedad sumamente importante: la imposibilidad de predecir –con la «exactitud» propia de la causalidad lineal predominante en el ideal de simplificación– los estados futuros del sistema. No porque falte conocimiento o se carezca de instrumentos para realizar las mediciones exactas, sino porque el sistema es impredecible en tanto se está haciendo, es devenir que se realiza, y su estado futuro dependerá de las condiciones de posibilidad del pasado –representadas en las «condiciones iniciales»– y del presente –los constreñimientos con que se encuentra el sistema. Asimismo, el papel de los nexos de retroalimentación en los sistemas complejos.
La naturaleza no lineal de los sistemas, la ruptura de la simetría del tiempo, y la singular propiedad de crear y mantener estructuras ordenadas en condiciones muy alejadas del estado de equilibrio a partir del aprovechamiento de flujos energéticos vinieron a cerrar un ciclo de comprensión de estos sistemas con una idea más: la generalización y extensión de la nueva comprensión al conjunto de los sistemas naturales. Lo que aparecía al principio como propiedad de algunos sistemas singulares en estudio, comenzó a verse –cada vez con mayor frecuencia– como una propiedad de sistemas naturales ordinarios y, definitivamente, como una propiedad singular de la naturaleza en su conjunto. Son indudables las consecuencias de estas investigaciones para la comprensión y tratamiento de onceptos filosóficos generales como el tiempo, la realidad, la estabilidad y el cambio, la determinación y la causalidad; el descubrimiento del énfasis realizado por la ciencia en la estabilidad como propiedad de la naturaleza, lo que le impedía captar los procesos de cambio que tenía ante sí.
Se han realizado estudios concretos dotados de una efectiva capacidad explicativa,32 aunque la extensión de este conocimiento a la naturaleza en su conjunto ha resultado una hipótesis más difícil, pues implica superar las barreras disciplinarias del saber. Se ha establecido que la dinámica subyacente en numerosos procesos naturales, incluidas las actividades humanas, son similares; de modo que los discernimientos que se obtienen en sistemas relativamente simples se pueden aplicar a actividades más complejas.33 Los avances más destacados en esta dirección se relacionan con la elaboración de una nueva comprensión de la evolución y la vida en la Tierra y el Universo, la naturaleza y esencia de la vida, y su relación con la mente y la materia. Entre los nuevos elementos de conocimiento, se encuentran varios conceptos –sistemas dinámicos autorregulados, no linealidad, emergencia, autoorganización, sistemas dinámicos adaptativos– que han ejercido una notable influencia en la cosmovisión y la metodología. Además, se ha refutado una serie de presupuestos científicos propios del paradigma de simplificación.
En mi opinión el máximo representante en Latinoamerica de la ciencias de la complejidad es Maldonado
b) La complejidad como método de pensamiento
En la bibliografía contemporánea, se pueden constatar dos usos del concepto pensamiento complejo. Uno, lo hemos analizado en el epígrafe anterior. La distinción de la cibernética de primer orden (pensamiento del objeto) y la cibernética de segundo orden (pensamiento del observador) conduce al uso del término pensamiento complejo para hacer referencia a los desarrollos conceptuales relacionados con esta cibernética de segundo orden con la superación del postulado clásico de objetividad. Otro se refiere a la construcción de una metodología basada en los avances alcanzados por los estudios de la complejidad como ciencia. Este ha sido el camino emprendido por el conocido investigador Edgar Morin.
La obra de Edgar Morin se caracteriza por el uso coherente y sistemático del concepto «pensamiento complejo» y una marcada orientación hacia la superación de las dicotomías y las divisiones disciplinarias del saber. Su objetivo es la búsqueda del método de pensamiento complejo como antimétodo, ruptura con los ideales metodológicos aristotélicos, kantianos y cartesianos.
El método se distingue de las versiones aristotélica, kantiana y cartesiana, pues no se le concibe como instrumento o mediador en la relación cognoscitiva entre dos entidades separadas –sujeto y objeto– ni como garante de certeza, sino como expresión de intencionalidad que reconoce límites y posibilidades a la actividad cognoscitiva.
A diferencia de Aristóteles –que presentó el método como organon, instrumento asociado a la lógica formal y la búsqueda de medios, caminos y herramientas para alcanzar un objeto separado–, Descartes – que vinculó la noción instrumental a la búsqueda de la certeza– y Kant –que lo concibió como canon, como criterio o parámetro de validez, marco en el que se establecen las relaciones entre el sujeto y el objeto–, Morin presenta un método anti separación, anti instrumentalización, anti certeza. Ubicado en el contexto de la revolución científica del siglo xx, parte de que el problema del conocimiento del mundo se ha convertido en una necesidad intelectual y vital que atañe a los habitantes del planeta, ubicados en un contexto que no es local o aislado, sino global y planetario. Su propuesta metodológica intenta producir una verdadera reforma del pensamiento, una reconstrucción del tejido conjunto; propone vincular y distinguir sin desunir, en-tender el universo como relación dialógica entre orden, desorden y organización; y al unir –contextualizar y globalizar–, recoger el reto de la incertidumbre.
Morin toma como punto de partida la crítica a la construcción moderna del saber y se apoya en los nodos conceptuales aportados por los estudios de la complejidad y las nociones epistemológicas de ruptura que hemos analizado en los epígrafes anteriores.
El antimétodo se presenta como una edificación de varios pisos. En la base se encuentran los desarrollos conceptuales provenientes de la teoría de la información, la cibernética y la teoría de los sistemas –teorías que aportan conceptos esenciales como información, retroalimentación y las lecciones sistémicas sobre la relación parte-todo. El segundo nivel está constituido por las ideas de la autoorganización –desarrolladas en las versiones de J. von Neumann, H. von Foerster, H. Atlan, I. Prigogine. Y el tercer nivel está integrado por tres principios esenciales: el principio dialógico (la solución de una contradicción no está en la eliminación de los contrarios, sino en la consideración de lo contrario, la unión de las nociones antagónicas), el principio de recursión organizativa (no solo retroacción –feedback–, sino producción y autoorganización, la red de autoproducción y compenetración de efectos sobre sí
mismos), y el principio hologramático (que implica pensar una nueva relación parte-todo, donde la parte está en el todo, y el todo está en la parte). Además de la monumentalidad, la originalidad terminológica y conceptual la obra de Morin y su propuesta metodológica se han distinguido por el tratamiento de urgencias prácticas en la investigación en el terreno de la educación y la sociología. Uno de sus textos más conocidos ha sido Los siete saberes necesarios a la educación del futuro, publicado por la UNESCO y ampliamente debatido en el año 2000 en el seno de la comunidad internacional. En él plantea una reforma de la educación y la ciencia que tiene como puntos de partida las exigencias del antimétodo y la valoración de siete vacíos de la educación contemporánea, donde presenta importantes problemas epistemológicos y éticos que afectan a la humanidad en su conjunto.
Para mi entre los máximos exponentes en latinoamerica del pensamiento complejo, se encuentra Carlos Delgado.
c) La complejidad como cosmovisión
El desarrollo de las investigaciones de la dinámica no lineal y los debates epistemológicos y metodológicos han tenido un profundo impacto cosmovisivo. Las ideas de la complejidad han traído consigo una reevaluación del holismo, al orientar la investigación hacia el estudio de la totalidad y la consideración de las propiedades emergentes que aparecen en ella. Asimismo, se ha reconsiderado críticamente el reduccionismo como metodología y como procedimiento de indagación. Viejas nociones que contraponían de manera absoluta lo simple y lo complejo han resultado desplazadas; y simultáneamente con ello, se ha reafirmado la contraposición de lo simple y lo complejo en tanto ideales. La idea de la complejidad del mundo se ha venido abriendo paso, y con ella se han cuestionado ideales modernos –como el de objetividad y dominio del hombre sobre la naturaleza– profundamente arraigados en el pensamiento occidental; en su lugar se ha propuesto la concertación de una «nueva alianza» (Prigogine), un nuevo diálogo del hombre con la naturaleza, pues el determinismo, la causalidad y la certidumbre tienen límites impuestos por la creatividad de la naturaleza.
En el tratamiento de lo complejo es importante distinguir –como ha mostrado Maldonado– los planos gnoseológico y ontológico de la complejidad. Si desde una perspectiva gnoseológica el problema de la complejidad es el del pensamiento de la realidad, en el plano ontológico tenemos ante nosotros el problema de la naturaleza de la realidad. Ambos problemas forman una unidad indisoluble, puesto que en especial algunas de las ideas más inquietantes como la autopoiesis, han replanteado el problema filosófico de la artificialidad del mundo del hombre y la identificación del ser y el conocer en un proceso único. La tesis dialéctica que afirma que no hay objeto del conocimiento sin sujeto del conocimiento se ha profundizado en dirección al sujeto y a su contexto de interacción con el objeto. «El conocimiento implica un sujeto que conoce y no tiene sentido o valor fuera de este» (Le Moigne), o como ha planteado Von Foerster, se hace necesaria «una epistemología que dé cuenta de sí misma», que sea responsable a lo interno del sujeto. El asunto de la complejidad no es solo externo –el del conocimiento de una realidad exterior, naturaleza, entorno, mundo–, es simultáneamente interno; implica un sujeto que conoce desde ciertas condiciones contextuales y carece de sentido o valor fuera de esto.
Este es un planteo radical del problema de la relación entre conocimiento y valor que debemos considerar. El conocimiento es conocimiento en la medida en que el sujeto le atribuye algún valor. Entonces, la realidad es una realidad en actividad donde el sujeto construye su experiencia de la realidad a través de representaciones simbólicas. Dicho en términos bachelardianos: «Nada está dado, todo es construido.»37
El ideal de racionalidad clásico pensó el sujeto como entidad absoluta y trascendental separada del objeto. Los desarrollos de la dialéctica y el enfoque sociocultural de la ciencia y el conocimiento lo pensaron como sujeto relativo y concreto, histórico y social. El paradigma de complejidad emergente lo ha comenzado a pensar como ente reflexivo que da cuenta de sí. Desde esta perspectiva, no existe una barrera infranqueable entre estas posiciones que han venido desarrollándose paulatinamente como sucesivas rupturas con los ideales clásicos, en especial con aquel que separaba dicotómicamente conocimiento y valor. El conocimiento no solo es un valor en sí mismo, sino que adquiere sentido como conocimiento en tanto valor. La propuesta no consiste en sustituir la barrera que separaba infranqueablemente lo objetivo de lo subjetivo por un puente de subjetivismo absoluto. De lo que se trata es de comprender la naturaleza artificial, construida, de los productos de la actividad humana, en este caso ese producto supremo que es el conocimiento, y la responsabilidad implícita en la creación cognoscitiva, sus límites humanos.
Nuestro conocimiento del mundo es una construcción valorativa que nos permite crear un modelo o representación del mundo, pero no es el mundo. Es un producto humano que tiene fuentes y límites en la subjetividad humana y en la interrelación sujeto-objeto que no pueden pasarse por alto. El pensamiento moderno excluyó la subjetividad y construyó una objetividad basada en la exclusión del sujeto.
Ello dotó al conocimiento de un extraordinario atributo de poder y obligación. Durante demasiado tiempo consideramos que el mundo era como nuestro conocimiento –histórica y culturalmente limitado– afirmaba que era. De lo que se trata entonces es de considerar el lado de la subjetividad presente en todo conocimiento. Pero esto tiene una consecuencia filosófica sumamente importante: si el mundo humano es un mundo artificial, construido a partir del conocimiento, y si ese conocimiento es una resultante de la integración del sujeto y el objeto en los actos cognitivos, que cobran significación para el sujeto a partir de los valores involucrados, entonces no es posible afirmar una relación cognitiva objetivante que excluya al sujeto y lo trascienda.
Dicho de otra manera, el sujeto del cual estamos hablando no está obligado a postular (o a excluir) la existencia o la no existencia de una realidad que le era extranjera. Desde esta perspectiva, lo desconocido no es más que un conocible en instancia de actualización. Aunque también podríamos decir en «instancia de ser». ¿Por qué de ser? Por cuanto, si nos apoyamos en el término autopoiesis –acuñado por Maturana, Varela y Uribe–, podremos darnos cuenta, como lo afirma Von Foerster, que este señala un hecho fundamental que ocurre en todos los organismos vivos. En efecto, los componentes de estos están organizados de modo tal que los resultados de sus interacciones reproducen a esos mismos componentes, de allí la «autogeneración», la autopoiesis. Por esto concluye Von Foerster, que conocer sea «ser». En resumen, que el sujeto construye un «conocimiento de la realidad» que no es otro que el de su propia «experiencia de la realidad».
Sin pretender agotar el asunto, es importante que intentemos una respuesta a la interrogante ¿cuál es el alcance cosmovisivo de las nuevas teorías, del nuevo pensamiento emergente? Lo resumiré en cinco aspectos:
1 Se abre un espacio mayor para la comprensión dialéctica de la cognición humana como interrelación, donde se funden sujeto y objeto del conocimiento. Como han planteado algunos autores, la polémica del ser y el devenir, de Parménides y Heráclito, favorece a este último.
2 La complejidad no es una. Existen complejidades múltiples.
3 La emergencia de la nueva racionalidad científica ha planteado de modo radical y nuevo el problema de la artificialidad del mundo del hombre y el conocimiento. El valor del conocimiento, su estatuto propio y la correlación entre el sujeto, la subjetividad y el conocimiento objetivo. Ellas tienen especial importancia para la reelaboración de nuestra idea del mundo, en particular aquella que lo reducía a un conjunto más o menos concreto de entidades simples y discretas.
4 La apertura de una correlación nueva entre ciencia, valor y responsabilidad. La responsabilidad como un atributo inherente a la objetividad, orientado hacia la sociedad desde el interior de la ciencia, y no hacia la sociedad como algo externo a la ciencia.
La interpenetración y enriquecimiento mutuo de la filosofía y la ciencia, la comprensión del conocimiento como valor, junto a la necesidad de elaborar un saber científico transdisciplinar, han hecho posible el reconocimiento de la unidad de las ciencias naturales y sociales. El absurdo de esa división que atraviesa todo el siglo xx radica en que, como ha planteado T. Fung (2002), todas las ciencias son sociales, culturales e históricas. No hay ninguna que no lo sea.
El reconocimiento del carácter social de la cognición científica en todas sus dimensiones disciplinarias, y el avance hacia un saber transdisciplinar implica no solo la superación de la dicotomía clásica, positivista-poperiana y neokantiana de las ciencias naturales y las ciencias sociales, las ciencias duras y las ciencias blandas.
En la unificación del saber, un papel importante le corresponde a la reflexión teórica sobre la moralidad humana. Los avances que han tenido lugar en esta dirección se expresan de un modo más nítido en el desarrollo de la bioética como una nueva disciplina integradora.
5 El mundo no es de suma cero.40 El mundo no es una entidad completa, donde todo está hecho de antemano para que un sujeto cognoscente lo descubra y asimile en su proceso cognitivo. La naturaleza es creativa, y la emergencia de lo nuevo en ella es un asunto esencial que cualifica el nuevo paradigma.
La consideración de la creatividad de la naturaleza ha sido uno de los momentos de ruptura más importantes en la elaboración de nuevos ideales de conocimiento, y se ha expresado de manera efectiva en uno de los problemas cruciales de nuestro tiempo que cualifica el nuevo saber emergente: el problema ambiental.
Creo, que sin proponérselo, Luengo es uno de los, latinoamericanos, que más le ha aportado a la cosmovisión de la complejidad, del que he recibido una gran influencia.
En el artículo Cosmovisión de la complejidad, sus enfoques, concluíamos diciendo:
La cosmovisión de la complejidad es la única cosmovisión que tiene una visión transdisciplinar en la que cada enfoque es independiente y ha sido desarrollado por especialistas de diferentes ramas, pero desde una misma cosmovisión (la complejidad). Su fuerza radica en la interrelación entre sus diferentes enfoques, en su diversidad y su profunda comprensión de los problemas contemporáneos y de la solución específica a los problemas desde una cosmovisión integral (sistémica) que mantiene en constante interacción entre los diferentes enfoques.
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